miércoles, 12 de noviembre de 2008

Mientras tomo café

La mañana abrió la ventana.
Encerradas en el marco de madera
estamos tu y yo,
congeladas de miedo,
con el fuego fuera del cuerpo,
amarradas a la voluntad
de no decir una palabra.

Este silencio falso al que jugamos,
tramposo un día
nos va a habitar de verdad.

Cierra la cortina,
que parezca de noche otra vez,
prometo que diré en la oscuridad
el conjuro con mis manos.
Pon de nuevo las persianas para arriba,
cierra los ojos,
abrázame y creamos que ya es hora de dormir.