miércoles, 20 de febrero de 2008

A propósito del eclipse de hoy... un regalo de Sícalo

EL ECLIPSE

Cuídese mucho
de besar,
sin razòn aparente,
a una mujer
durante un eclipse.
No se le ocurra
semejante imprudencia
contra la Naturaleza
y contra usted mismo.

Si ella es hermosa,
resista las ganas
hablándole de filosofía
o de mecánica cuántica
mientras ambos observan
arrobados,
a los astros.

Tenga presente
que los mejores eclipses
acontecen de noche,
y que las mujeres
y la noche
son unas aliadas implacables
cuando de trastornar el corazón
de los indefensos mortales
se trata.

A lo sumo,
tómela de la mano
y déjese embriagar
por su vago perfume.
Pero por nada del mundo
intente acercársele
más allá
de lo terrenalmente permitido.
O si lo hace,
aténgase a lo peor.

Si por desgracia ocurre
que usted la ha besado antes,
(como suele suceder),
realmente la cosa se complica.
Nadie imagina
lo bellamente insoportables
que se vuelven algunas mujeres
durante los minutos eternos
en que transcurren los eclipses.

Se le hará muy difícil
resistir las ganas
de besar esa boca
esponjada y palpitante,
en medio de una plaza solitaria
y con todos los planetas
alineados exactamente
encima de su cabeza.

Nadie se lo ha dicho,
pero es posible
que ella le regale esa noche
los besos más dulces
de la estación,
y que sienta,
aunque no se lo diga,
unas ganas incontrolables
de abrazarlo.

En su mirada astral,
en la constelación titilante
de su piel,
usted descubrirá el deseo,
serenadamente ansioso,
como el pulsar
de una nebulosa,
como una clave cifrada
que poca, muy poca gente
conoce.

Óigalo bien:
nadie lo va ayudar,
pero si al final de cuentas
no puede contenerse
y sucumbe indefenso
ante el espectáculo sideral
de un planeta,
un satélite
y una mujer
confabulados contra usted,
¡déjese de maricadas
y disfrútela como nunca!

Por mucho desorden cósmico,
por mucho cataclismo espacial
que ocurra,
nada habrá de maravillarlo más
que contemplar y paladear
a una mujer enamorada.

Planetariamente
enamorada.


Francisco PINAUD
Tomado de Papel ordinario,
Ediciones El Catalejo, Cartagena-1998

jueves, 14 de febrero de 2008

Uno de Roca

Arte de tiempo

El tiempo permanece atrapado
Entre los libros.

Por este prodigio de aprehensión,
Heráclito sigue bañándose
En el mismo río,
En la misma página.

Tú seguirás para siempre
Desnuda en mi poema.

Juan Manual Roca